Nostalgia y frijoles negros…

Conversando sobre los viejos tiempos con mi querido amigo Julio César, rememorando las primeras conversaciones sobre vino tinto y cocina, caímos en el tema de los frijoles negros y él me preguntó si le pongo azúcar prieta, vino tinto y apio.

No, le dije, yo pongo los frijoles a ablandar con medio ají pimiento verde picado en trozos… me gusta que se ablanden con ají pues cogen mejor el sabor que si solo lo usas en el sofrito. Cuando están blandos (me gusta que el potaje quede bien cuajado, pastoso, no me gusta ver los frijoles flotando en líquido, me gusta espeso) los aplasto con la espumadera para que se pongan más pastosos. Entonces hago el sofrito. Aceite, no de oliva, no me gusta cocinar con aceite de oliva pero ese es el que lleva… pongo ajo, cebolla y más ají. Me gusta ponerle algún sazón completo pero solo un poquito y comino. No le pongo laurel porque nunca compro pero sé que le da un sabor muy rico. Echo el sofrito en los frijoles, azúcar y sal casi en la misma proporción y vinagre. Me gusta que quede agridulce el potaje y que se le sienta el sabor del ají, del comino y el agridulce. Lo pongo de nuevo a cuajar y ya te digo, me gusta espeso.

Me queda rico pero tengo que confesar que a mi mamá le queda más rico que a mi. Ella es mala cocinera pero los potajes le quedan espectaculares… aunque puede que sea mi paladar de niña que solo recuerda ese plato ya que mi mamá no cocina mucho. No sé, pero a mi me gustan mucho sus potajes, sobre todo el de judías… qué rico!

Mi abuelita, por ejemplo, si es buena cocinera. Además de hacer cualquier cosa incluso sin haberla hecho antes, con un diente de ajo le quedan las cosas con muy rico sabor. Yo digo que eso es un don. A veces tienen todo un pantry a tu disposición y queda algo normal, mediocre, pero aquellos que con poco hacen cosas ricas, esos si con cocineros y mi abuelita lograba eso, aunque dudo que cocine mucho ya que está viejita.

Mis tías por parte de padre, la mayor y la menor, son muy buenas cocineras también. Mi abuelo, el papá de mi papá, era el que cocinada en su casa y hacía unos dulces que por favor. Eso me lo cuentan sus hijos y sobrinos, que no era mi abuela si no él el que cocinaba y que lo hacía riquísimo. Yo no conocí su comida pues en mis recuerdos, incluso los más lejanos, ya él era viejo y estaba enfermo. Mi abuelo murió hace 2 años de 93, es decir, que cuando yo era chiquita ya él pasaba los 70 y no cocinaba ya.

Pero a mi la cocina me viene en la sangre, aprendí sola, pidiendo consejos y lanzándome solita. Recuerdo que siempre le decía a mi abuela que me enseñara pero siempre era demasiado pronto. Poco a poco, cuando estaba sola en casa, comencé a freir viandas y huevos y a incursionar con cosas simples, hasta que me quedé viviendo sola con 15 años y comencé a cocinar, no tenía más remedio. Poco a poco, mientras me hacía una mujercita, aprendí hasta que me hice la cocinera de la casa y debuté con una cena de fin de año con 16 años. Luego se volvió una tradición.

No he tomado clases, tampoco invento mucho… desde que salí de Cuba mi pasión por la cocina se ha quedado en un recuerdo que por ratos se desempolva en mi memoria y me empuja a cocinar algo diferente los sábados, cuando estoy de buenas… pero más nunca he enfrentado a la cocina con la fuerza y pasión de antaño, supongo que me he enfermado de nostalgia y por eso los sabores se me quedan atorados en las sienes pero no bajan a las manos.

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